lunes, 27 de junio de 2011

¿Están las revistas femeninas reñidas con la inteligencia?

Después de 100 años, todos estaremos de acuerdo en que las mujeres hemos conseguido avanzar bastante en materias de igualdad en muchísimos campos (y no gracias a un ministerio).  Si bien aún queda camino por recorrer, la realidad es que actualmente tenemos muchas más opciones que nuestras abuelas. Quiero dejar a parte el (ya casi eterno) debate sobre la conciliación de la vida familiar y laboral, que no viene a cuento, al menos ahora, para reflexionar sobre otro tipo de lectura diferente a la de los libros que suelen ocupar este blog; me refiero a las revistas  llamadas “femeninas”.
La realidad es que con estas publicaciones periódicas no hemos tenido tanta suerte como en otras áreas. Sino fijémonos en la paradoja. El perfil del lector de libros en España es el de una mujer, menor de 65 años y con al menos estudios secundarios, según el estudio sociológico realizado a partir del barómetro de “Hábitos de lectura y compra de libros 2010” que elabora la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) con el patrocinio de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura. Según se desprende del informe, el lector tipo en España es una mujer preparada, que está al día y tiene un hábito de lectura muy consolidado y lo hace en cualquier soporte. Además, está acostumbrada a la lectura digital y afirma ser usuaria frecuente de Internet.  Tanto hombres como mujeres se decantan por las novelas históricas como primera opción de lectura, aunque en la segunda opción surgen las diferencias: ellos prefieren las novelas de aventuras y ellas las de intriga o misterio y las románticas, esta última una opción muy minoritaria entre los hombres.
¿Se refleja esta tendencia en la mayoría (para no generalizar) de las revistas llamadas femeninas, “el reflejo de la mujer actual”? La respuesta sería afirmativa si nuestros mayores intereses fueran conquistar a los hombres con 10 sencillos trucos, combinar una prenda de mercadillo con un bolso Gucci y cocinar en 22 minutos para 10 personas un exótico menú y ser el alma de la fiesta.
Y ahora llego al quid de la cuestión: las mujeres en las revistas seguimos quedando reducidas a maniquís, cocineras y madres, como hace más de 100 años, pero tuneadas con ropa de marca, cócteles marcianos y saca-leches de última generación. Es cierto que en todas las publicaciones, o casi, se cuela algún artículo sobre arte, viajes o libros, una página o dos, pero es para cumplir el cupo de cultura, y que luego “no se diga”.
Hemos leído en infinidad de biografías de autores como estos mandaban sus manuscritos a periódicos o revistas para darse a conocer. Hablo de Charles Dickens, Sir Arthur Conan Doyle, Robert L. Stevenson… ¿Qué criterio de calidad se sigue ahora? No, mejor no contestéis.
Todo esto es una reflexión después de leer la revista Esquire, a la que llaman “La revista para hombres inteligentes”, y la que, por lo visto, también leen mujeres, y añado la coletilla “inteligentes”. ¿Para cuándo una revista así para nosotras? ¿Para cuándo una lectura interesante y amena que se aleje de los tópicos del actual papel cuché? ¿Para cuándo una revista para mujeres inteligentes (pero de verdad)? 

jueves, 16 de junio de 2011

Thank you. How grand we are this morning!*

Ha querido el destino que este año pase el Bloomsday leyendo Dublinesca de Enrique Vila-Matas. Quizá sea esta la única forma, o la más cercana, de aproximarme a ese gran fracaso que representa en mi camino lector el Ulises de James Joyce. Tres veces he intentado leerlo, tres veces que han terminado en fiasco.
El protagonista de la novela de Vila-Matas, Riba, un editor sesentón, hastiado de su pre-jubilación forzada -su editorial quebró-, se encuentra perdido en una Barcelona borrosa por la lluvia. Su único asidero que lo salve de querer desaparecer o volver a la bebida es preparar un viaje a Dublín para celebrar, oficialmente, el Bloomsday, y extraoficialmente, el final de la galaxia Gutenberg.  De momento ya ha “engañado” a tres amigos, tres como los compañeros de Bloom en Ulises, como las veces que he intentado acompañarlos yo entre sus páginas. 
Durante la historia se habla del “salto inglés”, un concepto inventado por Riba para “salir del embrollo afrancesado en el que te metiste durante tanto tiempo”, como dice su amigo Javier. El editor “decide ahora ser ágil y dar un salto, un ligero salto inglés, caer del otro lado, ponerse a pensar en una cosa distinta, dar un giro, moverse”. Y recuerda unas palabras de Julian Barnes: “Es curioso, a los ingleses nos obsesiona Francia mientras que a los franceses sólo les intriga Inglaterra”.  Y yo me elevo, anglófila rematada, enamorada del giro británico que toma la situación. Porque descubrí que tendría que haber nacido en Inglaterra con 12 años, cuando mi madre me regalo Las Aventuras de Alicia, de Lewis Carroll, una maravillosa edición en catalán de una editorial extinguida con todas las ilustraciones de John Tenniel e innumerables pies de página y notas. Y desde entonces mis ojos hacen chiribitas con los sándwiches de pepino, el té, las pipas y los vestidos victorianos.
Riba continúa diciendo que a él lo que le intriga es Nueva York, “el centro del mundo”, su sueño, su destino; Dublín es tan solo una escala en el viaje. Y cuando habla de la Ciudad que Nunca Duerme, recuerdo que también a los 12 me regalaron Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite -que me llenó el corazón de magia para siempre. No fue el Nueva York que me encontré cuando fui de viaje, quizá lo descubra algún día más adelante, no pierdo la esperanza. Riba entrelaza comentarios sobre la metrópoli, que le obsesiona desde que tuvo un sueño de niño, y cita a Vilém Vok en El centro: “La grandeza y la belleza de Nueva York reside en el hecho de que cada uno de nosotros lleva consigo una historia que se convierte inmediatamente en neoyorquina. Cada uno de nosotros puede añadir un estrato a la ciudad, consciente de que el hecho de que en Nueva York se encuentra la síntesis entre una historial local y una historia universal”. Y entonces, el protagonista de Dublinesca recuerda un encuentro con Paul Auster. ¿Qué hay más neoyorquino que él? Y rebobino hasta el día en que este último vino a Barcelona y conseguí que me firmará un libro, La invención de la soledad, después de una soporífera y desaprovechada charla con uno de esos literatos modernos que se creen que lo saben todo (no acertó ni una pregunta). Él me descubrió la metanarritividad.
Y por todo esto escribo esta entrada hoy. Porque con solo 100 páginas, Dublinescas me ha hecho recordar, y volver a vivir por un segundo, esas historias más allá de la historia; ha entretejido una fina y alambicada red entre mis memorias y el relato de Riba, de su viaje, que quizá (aún no lo sé) sea circular como el del Ulises de  Homero.

Feliz Bloomsday. 

*El título es el lema de la Orden del Finnegans y la última frase del libro de Ulises de J. Joyce. 




jueves, 2 de junio de 2011

Biblioshopping II

Resurge de sus cenizas esta “apasionante” sección para los más bibliófilos y rarunos. Yo, la verdad, me lo paso bomba escribiéndola.
Como siempre, es decir, como la vez anterior, es una pequeña lista de objetos, gadgets y tontunadas varias relacionadas con la lectura. Indispensables no serían, pero divertidas, un rato.


Mark-my-time Digital Bookmark and Booklight

Son puntos de libro para niños con cronómetro y/o una lucecita incorporados. Los diseños son muy divertidos y  parecen bastante resistentes.  Para que los más peques calculen en cuánto tiempo pueden leer un número de páginas determinado y ver su evolución e ncluso marcarse su propio récord.  También aceptan pedidos para colegios.  Tiene web propia: www.mark-my-time.com




Colorful Book Clock

Se trata de un reloj con forma de libros ordenados en una estantería. Tan simple como esto. También está disponible en blanco y negro. No es un gran hallazgo, pero es que estoy enamorada de la web (www.perpetualkid.com).





Hog Wild Peeramid Bookrest

Amazoneando (www.amazon.com) un rato me he encontrado con este reposa-libros tan curioso. Genial para leer en el sofá o la cama ya que es blandito y suave.  Los hay en varios colores y también se pueden encontrar en www.peeramid.com




I read banned books bracelet – Adult titles

Lo-a-do-ro. Una pulsera súper kitsch con las portadas de libros para adultos prohibidos.  Si os fijáis, el estilo es como esa tan trash que ha comenzado a circular por ahí que tiene fotografías de santos y vírgenes (yuyu).  Un regalo para bibliófilos declarados. La encontraréis en Amazon (www.amazon.com).



Wonda Wedge

No es muy útil pero quién sabe. Se trata de una especia de mini-hamaca más blandita que te ayuda a incorporar el torso y la cabeza para leer con comodidad… si  estás estirado en el suelo. Supongo que la gracia es que lo lleves a la playa o al campo, pero lo veo poco transportable. Bueno, ahí queda. Disponible en www.basbleu.com



miércoles, 1 de junio de 2011

Mayo

Libros...

... leídos: La librería de Penelope Fitzgerald y The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde and Other Tales of Terror de Robert Louis Stevenson.

... comenzados: -

... en proceso de lecturaLos miserables de Victor Hugo (pág. 676, estancada, sí)

... abandonados: -