Después de 100 años, todos estaremos de acuerdo en que las mujeres hemos conseguido avanzar bastante en materias de igualdad en muchísimos campos (y no gracias a un ministerio). Si bien aún queda camino por recorrer, la realidad es que actualmente tenemos muchas más opciones que nuestras abuelas. Quiero dejar a parte el (ya casi eterno) debate sobre la conciliación de la vida familiar y laboral, que no viene a cuento, al menos ahora, para reflexionar sobre otro tipo de lectura diferente a la de los libros que suelen ocupar este blog; me refiero a las revistas llamadas “femeninas”.
La realidad es que con estas publicaciones periódicas no hemos tenido tanta suerte como en otras áreas. Sino fijémonos en la paradoja. El perfil del lector de libros en España es el de una mujer, menor de 65 años y con al menos estudios secundarios, según el estudio sociológico realizado a partir del barómetro de “Hábitos de lectura y compra de libros 2010” que elabora la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) con el patrocinio de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura. Según se desprende del informe, el lector tipo en España es una mujer preparada, que está al día y tiene un hábito de lectura muy consolidado y lo hace en cualquier soporte. Además, está acostumbrada a la lectura digital y afirma ser usuaria frecuente de Internet. Tanto hombres como mujeres se decantan por las novelas históricas como primera opción de lectura, aunque en la segunda opción surgen las diferencias: ellos prefieren las novelas de aventuras y ellas las de intriga o misterio y las románticas, esta última una opción muy minoritaria entre los hombres.
¿Se refleja esta tendencia en la mayoría (para no generalizar) de las revistas llamadas femeninas, “el reflejo de la mujer actual”? La respuesta sería afirmativa si nuestros mayores intereses fueran conquistar a los hombres con 10 sencillos trucos, combinar una prenda de mercadillo con un bolso Gucci y cocinar en 22 minutos para 10 personas un exótico menú y ser el alma de la fiesta.
Y ahora llego al quid de la cuestión: las mujeres en las revistas seguimos quedando reducidas a maniquís, cocineras y madres, como hace más de 100 años, pero tuneadas con ropa de marca, cócteles marcianos y saca-leches de última generación. Es cierto que en todas las publicaciones, o casi, se cuela algún artículo sobre arte, viajes o libros, una página o dos, pero es para cumplir el cupo de cultura, y que luego “no se diga”.
Hemos leído en infinidad de biografías de autores como estos mandaban sus manuscritos a periódicos o revistas para darse a conocer. Hablo de Charles Dickens, Sir Arthur Conan Doyle, Robert L. Stevenson… ¿Qué criterio de calidad se sigue ahora? No, mejor no contestéis.
Todo esto es una reflexión después de leer la revista Esquire, a la que llaman “La revista para hombres inteligentes”, y la que, por lo visto, también leen mujeres, y añado la coletilla “inteligentes”. ¿Para cuándo una revista así para nosotras? ¿Para cuándo una lectura interesante y amena que se aleje de los tópicos del actual papel cuché? ¿Para cuándo una revista para mujeres inteligentes (pero de verdad)?